Gestionar las emociones de manera correcta no significa “tapar nuestras emociones”, “no sentir” o “distraernos para no notar el malestar”.
Gestionar nuestras emociones significa no solamente sentirlas sino aprender de ellas para crecer.
Como todo aprendizaje, desarrollar habilidades manejar bien nuestras emociones requiere práctica, paciencia y constancia.
Al principio puede ocurrir que situaciones con una carga emocional fuerte nos bloqueen o nos desborden pero poco a poco iremos avanzando. Aprender a gestionar las emociones es en definitiva un proceso. El volumen emocional.
Anabel González, Psiquiatra y Psicoterapeuta experta en la investigación de la regulación emocional, nos propone un itinerario para aprender a gestionar las emociones.
Guía rápida para gestionar las emociones
1. Ajusta el volumen emocional
El primer paso es ajustar la intensidad de la emoción.
Al igual que adecuamos el volumen de nuestro móvil o del equipo de música a nuestras necesidades o al ruido del ambiente, para poder manejar una situación emocionalmente complicada, conviene inicialmente “bajar o subir el volumen emocional” y ajustarlo a nuestra necesidad.
2. Observa la emoción para procesarla
Al igual que nos colocamos con distancia ante un cuadro, una fotografía o un escaparate para valorar lo que vemos, observar lo que sentimos con cierta distancia puede ayudarnos a comprendernos mejor.
Reflexionar sobre ello, compartirlo con otra persona para valorar otros puntos de vista es útil para ir poco a poco procesando lo que sentimos.
3. Practica el autocuidado
Entender nuestras emociones nos ayuda pero eso no impide que en ocasiones sigamos sufriendo.
Un paso más en la gestión emocional consiste en cuidarnos, calmarnos y regularnos.
Para ello podemos imaginarnos que tenemos a nuestro cuidado un niño que siente justamente eso que nosotros estamos sientiendo. ¿Qué le diríamos? ¿Cómo le ayudaríamos?
Imaginemos ahora que ese niño fuera el niño o la niña que nosotros fuimos. ¿Le diríamos algo más?
4. La aceptación y la compasión
Las emociones son necesarias. Todas, incluso aquellas que nos resultan más desagradables, están ahí para ayudarnos.
Está bien sentir rabia, tristeza o miedo. Las emociones dan sentido a lo que vivimos y nos orientan sobre quienes somos y cómo nos sentimos en el mundo.
Aceptarlas como parte de nuestra cualidad humana es un indicador de bienestar físico y psicológico.
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BIBLIOGRAFÍA
González, A. (2020). Lo bueno de tener un mal día. Cómo cuidar de nuestras emociones para estar mejor. Barcelona: Planeta.